27.9.10

HMC XLIV

Un hombre y una mujer se cruzan en la calle. Él la mira. La observa. La examina. Ella se detiene indignada y se cruza de brazos. Él, no obstante, la sigue mirando obsesivamente, escruta detenidamente su anatomía, retiene en sus ojos cada detalle de su figura. Extrae de su maletín un atril y un lienzo, los coloca frente a la mujer y comienza a pintar el retrato.

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