25.4.11

HMC LXXI

Un hombre y una mujer se cruzan en la calle. La mujer mira con expresión de escándalo al joven hombre, que pulcramente viste smoking y corbata, peinado con raya y mocasines impecables. Continúa observando con reparo sus limpias manos, sus uñas pulidas y su tez afeitada, hasta que la mujer anciana, tatuada de pies a cabeza, con un centenar de piercings a lo largo de su cuerpo y su rostro, que viste un andrajoso sujetador transparente, tacones de treinta centímetros y shorts destripados se dice: ¡dónde iremos a parar con esta juventud!

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